Conjurando espejos
cabalgando soledades
silbando fantasmas
aullando desiertos
confundiendo abrigos
confiscando sueños
temblando esperanzas
porque su garganta es oscura
como la espesura del bosque nocturno
vendrá con el temor de tormenta
con la cruel ventisca de compañera
y hará su nido en esta cordillera
porque todo se congela
hasta el corazón valiente
hasta la misma corriente sanguínea
la promesa suspendida queda
como queda la voz en el poema
no hay espera más eterna
que estos días grises
matices de agua triste
tintineando en la mirada
con ese silencio de ausencias
con ese ovillarse lento
donde los secretos se acurrucan
donde los reflejos se aúnan lábiles.
© Lichazul ®
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